viernes, 18 de mayo de 2012

Crónica: ligera gastroenteritis

Hola, los miembros de este blog somos una cuadrilla de amigos que pescamos principalmente en la ribera albaceteña del río Júcar. Las características de este tramo hacen que seamos pescadores de orilla y zapatilla, que lo mismo bajamos como cabras por un cortado, nos clavamos en el tarquín hasta los tobillos o nos quedamos enganchados entre los zarzales o los carrizos. Por lo tanto, estamos muy alejados de los medios casi aristocráticos de los pescadores de embarcación y nuestro campo de batalla es una zona casi esquilmada en la que además de luchar contra la poca densidad de pesca, sorteamos cormoranes, las redes de ciertos ciudadanos del Este de Europa e islotes de basura flotante, como compresas, preservativos y latas de cerveza de nombre impronunciable.

Por lo tanto, nuestras artes son sencillas (no podemos contar con, por ejemplo, una docena de cañas con las que pescar a otras tantas modalidades) y además, no le hacemos ascos a ninguna especie, aceptando gustosos de igual forma algún lucio, una carpa a fondo, la trucha de un intensivo, un buen black-bass, un barbo con ova, una esquiva lucioperca, o por qué no, reconozco que alguna vez he cogido un puñado de lombrices y me he ido a hacerle la Guerra Santa a mis odiados percasoles.
Así entendemos la pesca: cualquier cosa es buena si la compartes con buenos amigos y en medio de la Naturaleza. Además, incluso así parece que las capturas se valoran más. Y siempre como norma el captura y suelta, pues si nosotros no cuidamos lo poco que nos queda, está visto que no vendrán los de fuera para hacerlo.

De vez en cuando también hacemos algún viaje fuera de nuestra jurisdicción, como a Alarcón, Contreras, Benageber o Embarcaderos. A este último lugar fui el pasado 22 de abril junto a un joven canterano de 17 años a quien intento enseñarle el oficio. Íbamos principalmente en busca de las luciopercas, aunque también llevábamos una segunda caña para cebarla a fondo para las carpas. Llegamos al embalse poco después del amanecer, sabedores de que las vampiros prefieren cazar con poca luz. La mañana se presentaba tranquila y sin viento, haciendo que la superficie del agua estuviese calmada, aunque la tonalidad era muy oscura debido a la cantidad de sedimentos que arrastra el río.

Cebamos las cañas de la carpa con maíz y masilla, y nos dispusimos a emplear las de lance ligero. Yo opté por un pequeño jerkbait color alburno usado al drop shot, mientras que mi compañero usó el mismo montaje pero usando colores más oscuros. A los pocos lances noté una picada y la clavé, pero se soltó por el camino. Apenas unos pocos lances más tarde, mientras movía mi señuelo con pequeños botes por el fondo noté otra picada decidida y clavé: era una pequeña lucioperca con una alargada herida detrás de la cabeza, quizá ocasionada por un depredador mayor o, incluso, por un cormorán.
Nada más lanzar, apenas me había dado tiempo a cerrar el pick-up de mi carrete Shimano Catana cuando noté una violenta sacudida. Clavé y otra pequeña lucioperca vino hasta la orilla. ¡Tres picadas en escasos diez minutos! Se notaba que estaban en plena freza. Luego siguió una hora sin actividad, y cuando ya no lo esperaba noté algo, y vi cómo mi hilo se destensaba y a los dos segundos se volvía a tensar. Ya estáis ahí otra vez. La lucha fue bastante mayor que las anteriores, y cuando llegó hasta mí pude comprobar que era una bonita lucioperca de 1610 grms y 61 cm. En cambio, mi compañero no tenía suerte y no había recibido ninguna picada en toda la mañana. Una gastroenteritis le impedía dar lo mejor de sí mismo, y de vez en cuando me abandonaba para darle conversación a los arbustos de la orilla.
Ya se estaba comenzando a desmoralizar cuando notó una gran picada en la lombriz de vinilo que acababa de poner. La lucha fue muy buena y ambos pensábamos en una lucioperca récord, pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando vimos que era una carpa de poco más de dos kilos. En cambio, las cañas cebadas ex profeso a la carpa no recibían ningún toque.
A los pocos minutos capturó una bonita vampiro de 1.250 kilos con el mismo señuelo, y yo me hice con otro par de luciopercas cercanas al kilo, además de alguna picada fallida. Eran las 10:30 de la mañana, y la verdad es que nos estaba yendo muy bien, cuando a compañero le llaman por teléfono para que vuelva al pueblo para una comida familiar. Rápidamente (y como no podía ser de otro modo) comencé a maldecirlo. Se conoce que él también lo sintió de verdad, porque la gastroenteritis le provocó una contracción y se vio obligado a volver a mimetizarse entre los arbustos (aunque ahora pienso que lo pudo hacer para no oírme).
Yo estaba emperrado en pescar al sistema Texas, y mientras volvía puse un cangrejo de la marca Zoom color pumpkin-orange. Al segundo lance y cuando ya estaba a metro y medio de la orilla un buen bass salió de entre los carrizos, lo engulló, dio media vuelta y salió con él hacia donde había salido. Clavé enérgicamente, y tras varios saltos pude posar con este bonito bass de 1330 grms y 44 cm con ojos rojos provocados por la freza.
Tras esto el mundo exterior desapareció, y si no es por nuevas y amenazantes llamadas telefónicas seguramente aún estaríamos allí pescando. Por lo que tuvimos que salir de allí casi con lágrimas en los ojos. Bueno, amigos pescadores. Hasta una próxima crónica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario